GR 100.1. Vía romana de La Carisa

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Datos básicos

Clasificación: Turismo activo

Clase: Rutas en Asturias

Tipo: Senderos de gran recorrido

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Mieres

Parroquia: Uxo

Entidad: Uxo

Comarca: Comarca de la Montaña Central

Zona: Centro de Asturias

Situación: Montaña de Asturias

Código postal: 33640

Cómo llegar: GR 100.1. Vía romana de La Carisa

Dirección digital: 8CMP6635+MQ

 

GR 100.1. Vía romana de La Carisa

Descripción:

Calificación: Sendero de Gran Recorrido (GR) y ruta de bicicleta de montaña (BTT).

Itinerario: UJO - Carabanzo - Les Cruces - Espines - Cantu La Róbliga - Cochá El Acíu - Pertiechu La Boya - Cuaña Fierros - Propinde - Pendilla - BUSDONGO (León).

El itinerario más cómodo, no obstante, arranca en Busdongo, localidad leonesa provista de estación ferroviaria de Renfe.

Recorrido: 42 km para senderistas y unos 45 km para «bikers».

Duración: 10,50 horas, para senderistas.

LA VÍA ROMANA DE LA CARISA

Ujo - Busdongo de Arbás

La vía romana de La Carisa corresponde al trazado de uno de esos caminos de origen prehistórico que se adentra en Asturias desde la meseta castellana, atravesando la barrera montañosa de la Cordillera Cantábrica. Es una «vía terrena» que fue mejorada en el año 26 antes de Cristo por el general romano Publio Carisio y realizada entre los años 16 al 14 a. C. por la Legio VII Gémina en su penetración a Asturias.

A Publio Carisio, fundador de Emérita Augusta y gobernador de Lusitania, lo identifican varios historiadores con el nombre de La Carisa. Fue enviado por el emperador Augusto con el fin de someter a los astures durante las guerras que éstos mantuvieron contra el imperio de Roma.

Al igual que el vecino camino romano de La Mesa, esta primigenia calzada estaba considerada como la más tradicional y transitada dentro del escaso abanico de posibilidades orográficas que presenta la región para su invasión.

Como hemos indicado anteriormente, esta vía, así como el resto de los caminos tradicionales que cruzan la cordillera, tenían como misión enlazar los centros vitales de aquel imperio y por lo tanto contaban con un destacado valor estratégico-militar. En líneas generales, los objetivos de las calzadas romanas estaban definidos por la comunicación entre asentamientos urbanos, por los avances de conquista y por la explotación de los territorios ocupados.

De manera singular, este itinerario, con 42 km de recorrido, discurre entre las cuencas del Bernesga en León y el Caudal en Asturias, por la cumbrera del cordal de Carraceo y sierra de Ranero y a caballo de los valles de Aller y Lena, dominando desde las alturas majadas, valles y aldeas. Esta técnica trataba de eludir los fondos de valle que siempre representaban un peligro por las emboscadas.

Su cota más elevada y por lo tanto el «techo» de la ruta, está situada a 1.810 metros, bajo las estribaciones septentrionales del pico Tres Concejos (2.014 metros). A partir de ahí y sin apenas altibajos, se embarca por lo más elevado de la lomera de Carraceo y avanza hacia el centro de la región, manteniendo una altitud media de 1.500 metros durante una buena parte de su recorrido. Cruza por lugares tan emblemáticos como son La Cruz de Fuentes, El Acíu, Carraceo, Espines y Carabanzo hasta llegar a Ujo.

Según la indicación de Ravennate (siglo VI), su destino era la costa cantábrica cruzando Mieres del Camino y prosiguiendo hacia Gijón (antigua Gigia) pasando por Olloniego, Oviedo, Lugo de Llanera y Veranes. A lo largo del recorrido surgen algunas variantes históricas que descienden a los valles colindantes, como son el camino del Rasón al valle del Río Negro, el descenso al valle de Parana, la variante romana de Congostinas que baja a Campomanes y la Vega del Ciegu por Malveo y Cornellana, la ruta de Espines a Boo o la variante del Valle Felgueras a Santa Cristina y La Cobertoria.

La vía romana de La Carisa, conocida también como el Camín Real, fue dada a conocer por J. Manuel González en el año 1976. Con la muerte de este investigador se suspendió la publicación prevista sobre este itinerario y, por lo tanto, escasean las fuentes bibliográficas a excepción de los textos de algunos arqueólogos e historiadores como José Luis Maya, Carmen Fernández Ochoa o Manuel Abilio Rabanal Alonso entre otros, que son los que hacen referencia escrita en algunas de sus publicaciones.

Las características de este camino están determinadas como un itinerario de herradura de dos a tres metros de ancho, conservando su antigua traza en más del 50% de su recorrido. Muchos tramos fueron sustituidos por una tupida red de pistas de origen campesino y minero que han devaluado este rico patrimonio viario.

La huella castreña e histórica

A lo largo de su trazado, la huella castreña, destruida en parte por la acción de las máquinas y el abandono, se deja sentir en muchos de los parajes por donde discurre, lo que testifica su antigüedad. Algunos de sus elementos ya están catalogados pero otros han sido localizados posteriormente, caso de los petroglifos del Pontón de Fornillos y el posible petroglifo del Cantu Rebochal.

Aún quedan más elementos arqueológicos ubicados al pie del camino que esperan un estudio profundo por parte de los técnicos para confirmar su valor histórico. En cuanto a los yacimientos ya catalogados, podemos citar el castro del Rincón, emplazado en el pico Chagüezos (1.678 metros), sobre el flanco septentrional de la collada Propinde. Unos kilómetros más adelante nos hallamos en el pico La Boya, donde campean los vestigios del castro La Carisa con la cota 1.728 metros. Considerado el más alto de la región, este castro está relacionado con todo un campamento romano, donde se les ofreció una resistencia importante a su invasión, que está en la actualidad suficientemente acreditada a raíz de las excavaciones llevadas a cabo por varios arqueólogos, entre ellos Jorge Camino, Rogelio Estrada y Yolanda Viniegra.

Desplazados hacia el valle del Aller aparecen los túmulos de Carraceo, la necrópolis de El Insiertu, el Padrún y la necrópolis de Espines. La existencia de todo este rosario de yacimientos castreños puede entenderse perfectamente, ya que se integran estratégicamente en torno a la vía de La Carisa.

El camino de La Carisa fue utilizado en la época medieval por los peregrinos de Santiago. Durante los últimos siglos fue testigo del tránsito de las gentes del lugar, como ruta tradicional a Castilla para el intercambio de productos de la tierra y como acceso a los pastizales de montaña.

En la actualidad, el montañismo, senderismo y bicicleta de montaña, deportes que se compaginan con la actividad ganadera, son los que se están desarrollando con más arraigo en torno al mismo y a la nueva cultura del ocio, todos ellos ligados a este rico patrimonio natural y a su extensa red viaria tradicional.

Fuente: «Vía romana de La Carisa», folleto de la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias, con financiación de Cajastur y colaboración de los Ayuntamientos de Mieres, Lena y Aller

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