La Lloral, San Claudio, La Venta, Sograndio y Santa Marina

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Datos básicos

Clasificación: Turismo activo

Clase: Rutas en Asturias

Tipo: Rutas

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Oviedo

Parroquia: San Claudio

Entidad: La Lloral

Comarca: Comarca de Oviedo

Zona: Centro de Asturias

Situación: Montaña de Asturias

Código postal: 33191

Cómo llegar: La Lloral, San Claudio, La Venta, Sograndio y Santa Marina

Dirección digital: 8CMP936W+9R

 

La Lloral, San Claudio, La Venta, Sograndio y Santa Marina

Descripción:

Esta ruta está calificada como «Ruta a pie»

  • Acceso: Desde Oviedo capital
  • Se inicia el recorrido en La Lloral, siendo el final en Santa Marina de Piedramuelle
  • Itinerario: La Lloral - San Claudio - La Venta - Sograndio - Santa Marina de Piedramuelle.

Descripción de la ruta

Inmejorables posibilidades presenta el concejo de Oviedo para los buenos degustadores de excelencias paisajísticas y arquitectónicas y del enriquecedor trato con el paisanaje.

El recorrido turístico siguiente es uno de los ocho propuestos y recomendados oficialmente por el Ayuntamiento de Oviedo, que los editó bajo el título de Rutas y lugares del concejo de Oviedo (María Palacios, Celia Varela y otros).

Permiten al visitante hacerse una visión global y significativa del municipio ovetense.

LA RUTA

Nos encaminamos hacia la zona oriental del concejo, rumbo a Trubia, siguiendo un valle tan entrañable como el de San Claudio.

Se transita por uno de los contornos urbanos, allí donde la fisonomía rural se difumina, se extingue a buen ritmo, sacrificándose en aras del crecimiento de la ciudad.

El recorrido da comienzo en la Fuente de la Plata (barrio de la Argañosa, en el descenso de la calle homónima).

OVIEDO-LA LLORAL

Una vez en la Fuente de la Plata, se sigue por la AS-232 unos 2 km para superar una estación de servicio y llegar a La Lloral (123 hab., 170 m de altitud y a 5 km de la capital municipal; parroquia de San Claudio).

Continúa el recorrido por la carretera antes indicada hasta alcanzar un desvío que estuvo presidido por una interesante escultura —actualmente en la parte ovetense del puente de Gallegos, pueblo del concejo de Las Regueras que se emplaza en la margen derecha del río Nora, en el límite con Oviedo, con sus casas dispuestas a ambos lados de la carretera AS-232 y escalonadas en la subida al alto de El Escamplero—, de corriente modernista, esculpida por José Luis Fernández Fernández (Oviedo, 28 de febrero de 1943), artista residente desde 1960 en Madrid, donde posee taller y fundición.

Formado en la Escuela de Artes Aplicadas de Oviedo y con Jorge Martínez Jordán, recibió varias galardones: tercer premio nacional en la Exposición de Bellas Artes (1968), medalla de la Delegación de Deportes en la V Bienal Internacional del Deporte en las Bellas Artes (1977), tercer premio nacional de Escultura (1977), primer premio miniescultura Círculo 2 (1978), etc.

Entre sus obras —algunas de ellas expuestas en museos de Arte Contemporáneo— cabe citar los cuatro grandes murales realizados en hormigón para el paso subterráneo de la plaza de Cibeles o los nueve del edificio del Seguro Obligatorio de Viajeros (paseo de la Castellana, Madrid).

Su escultura se apunta en un primer momento al neofigurativismo, pasa luego por un influjo organicista (fines de los sesenta) y, ya en la década de los ochenta, retorna a veces a la figuración.

Su producción ha merecido varios trabajos monográficos: José Marín Medina (crítico), «José Luis Fernández.

Cuerpo y forma de su escultura» (Madrid, 1980), y Carlos Areán, «Esculturas de José Luis Fernández» (Madrid, 1984), entre otros.

En ese cruce antes esculturado caben dos posibilidades: girar a la izquierda con el fin de ir directamente a San Claudio, o bien seguir a la derecha por La Lloral, que ofrece unas magníficas vistas (parte inferior del Naranco meridional, a la derecha; o la soberbia sierra del Aramo, a la izquierda), y desde donde uno se puede desviar hacia el soleado lugar de Villamar (115 hab., 205 m de altitud y a 7 km de Oviedo; parroquia de San Claudio), con nombre que rememora su origen romano.

Al poco de sobrepasar las instalaciones de Cerámicas Ruisánchez, se hallará, nuevamente, a la izquierda, una bifurcación a San Claudio, usándola para llegar al barrio El Torollu, con nombre prestado por la laguna de El Torollu, interesante y pequeño estanque casi circular (79 m de largo, 73 de ancho y 5 de profundidad), surgido de la actividad de la fábrica de loza instalada en San Claudio: la explotación de varios barreros (arcillas) cerámicos entre los años 1940 y 1964 originó una poza que, alimentada por arroyos y manantiales subterráneos, dio lugar a la mayor reserva biológica del municipio, a un paraje singular de 5.700 metros cuadrados, cercado por hayas, robles, castaños y álamos, y donde hay especies vegetales (algas, espadañas...) y animales (aves: patos, aguiluchos, rapaces, etc.; peces: cangrejos de río, truchas, anguilas...).

Investigaciones realizadas por especialistas de la Universidad carbayona han logrado probar la permanencia de especies anfibias, casi totalmente ausentes de otras zonas.

EL TOROLLU-SAN CLAUDIO

Se abandona la laguna de El Torollu (donde anidan aves migratorias), prosiguiendo la ruta marcada también por la OV-3 para llegar a San Claudio (San Cloyo), parroquia de 2.038 habitantes (el lugar del mismo nombre tiene 159 hab.) que, día a día, va incrementando espectacularmente su importancia como zona residencial.

En el pasado fue lugar de paso de peregrinos, por lo que contaba con otro templo, de época románica, que acabaría transformándose en monasterio, arruinado en el transcurso de la guerra civil y del que sólo quedan varios capiteles en el Museo Arqueológico.

Las primeras referencias a San Claudio son relativas a la donación de su iglesia a la basílica de Oviedo efectuada por parte de los hijos de Fruela Osoriz (año 1086).

El centro de la plaza agrupa tres ya clásicos establecimientos hosteleros.

La parroquial de Santa María, neohistoricista, se eleva en el alto de idéntico nombre, más próxima a la población y alejada del primitivo lugar de culto.

Tiene planta de cruz latina y crucero de brazos coronados externamente por frontones.

A la fachada —provista, al igual que las paredes laterales, de vidrieras donde se representan la Inmaculada y otros santos—, se adelanta el pórtico, con frontón y friso a base de grandes sillares apoyados en columnas con cuadrado ábaco a modo de capitel.

La torre-campanario, cuadrada, consta de cinco pisos, delimitados por molduras; en el último, hay un frontón rematado por pináculos.

El jardín exterior es una invitación a la placentera, relajante contemplación de las sierras del Naranco y Aramo.

Al impulsor del templo, Manuel Fanjul de la Roza, se le recuerda en una placa fijada en un lateral.

Muy cerca de aquí, en el barrio de Cimadevilla, se encuentra la recién rehabilitada y decimonónica casa-palacio de la Bobela, exponente de la arquitectura popular, aunque parida con pretensiones de noble prestancia: la capilla es uno de los detalles reveladores al respecto.

El frente meridional es sobrio; el principal mira a oriente y enseña una puerta encuadrada por sillar y clave sobresaliente, además de dos pequeños huecos a los flancos; por encima, pende, centrado, el blasón de sus antiguos dueños, los Sierra, al que flanquean dos ventanas con balcón de antepecho (pretil, baranda) voladizo.

Pero el nombre de San Claudio se asocia inmediatamente a su fábrica de loza (inaugurada en 1901), la más importante de este ramo en España, junto con la de La Cartuja en Sevilla.

Está en su zona baja.

Conserva parte de sus primitivas instalaciones.

Las antiguas chimeneas de sus hornos, gruesas y abombadas, ponen la nota distintiva al paisaje.

Produce loza decorada para uso doméstico (juegos de café y vajillas), sinónimo de calidad; se pueden comprar directamente los artículos en su tienda, abierta en horario comercial.

También se asienta por estos lares una fábrica de vidrio (Daro), especializada en el labrado del cristal; los productos son elaborados mitad artesanal, mitad industrialmente, pudiendo ser adquiridos en la misma.

SAN CLAUDIO-SOGRANDIO

Un camino situado al lado de la fábrica de loza asciende y conecta con la N-634.

Ya en ella, tras recorrer unos 50 metros, se toma un desvío a la izquierda y se sube a La Venta (29 hab., 180 m de altitud y a 8 km de Oviedo), aldea de la parroquia de Sograndio con estupendas vistas de todo el valle de San Claudio, apareciendo al fondo el monte Naranco.

Se sigue por el caminito hasta volver a coger la carretera general; unos 200 metros más adelante, es preciso decidirse por un desvío a la derecha a fin de penetrar en la parroquia de Sograndio (Sograndiu, 385 habitantes).

De parada obligada es la iglesia románica de San Esteban, en Sograndio de Arriba (103 hab., 230 m de altitud, a 10 km de la capital municipal).

Se encumbra en un vistoso altozano.

Su erección, probablemente fechada en el s. XII, se debe al Camino de Santiago.

Está formada por una sola nave rectangular, cuya cubierta es de madera a dos aguas.

El semicircular testero culmina en bóveda de cañón y casquete igualmente a dos aguas.

Especial interés tiene la saliente y muy sobresaliente portada de la fachada principal, resaltada con tejaroz de labrados canecillos; además, aporta tres arquivoltas de tetrapétalas, dientes de sierra, clavos y ajedrezados encima de cuatro columnas, éstas con hojas y bolas en los capiteles y garras en las basas.

Otro elemento interesante es el arco de triunfo; compuesto por dos arquivoltas y guardapolvo externo, se apoya sobre cuatro capiteles historiados: dos de ellos relativos al Evangelio y a personajes de la Crucifixión —Cristo crucificado, la Virgen y San Juan en una cara, dos grupos de tres apóstoles mirando al Calvario, Judas consumando su traición, Cristo resucitando ante la mirada estupefacta de las Santas Mujeres—; los dos restantes cambian de temática, centrándose en lo caballeresco.

Tres saeteras proporcionan la poca luz interna.

Entre el templo y el camposanto hay unos jardines desde los que se aprecia la belleza de Sograndio de Abajo (114 hab., 270 m de altitud, a 10 km de Oviedo), lugar con un buen patrimonio arquitectónico popular, destacando, sobremanera, un estimable número de hórreos.

En la aldea de Villarmil (11 hab., 200 m de altitud, a 9 km de la ciudad), parroquia de Sograndio, además de una estupenda panera, hay un molín de rabilar, ingenio de indudable valor etnográfico.

La N-634, en dirección a Oviedo, debe tomarse en Sograndio de Abajo.

Ya en las proximidades de la capital, se encuentra, sobre terreno de estupenda calidad, Santa Marina de Piedramuelle (parroquia de 422 hab.; el homónimo lugar tiene 41 hab., está a 270 m de altitud y dista 7 km de Oviedo).

Para los que a estas alturas ya desfallezcan de hambre, la mejor idea es detenerse en Casa El Chato (pote asturiano, menestra, marmita de pescado, arroz con leche...), santuario del buen comer.

Este pueblo acoge una tienda-exposición de cerámica y objetos de adorno para el jardín.

Prosiguiendo hacia la ciudad, se halla, a mano izquierda, el complejo deportivo municipal de La Pixarra: dos campos de fútbol-sala, un campo de fútbol de hierba artificial y una bolera han venido a dignificar un espacio degradado

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